23 años pasaron desde aquel 1991 en el Gran Rex, en el que vi a Steve Vai y tuve que ir de saco y corbata porque tenía el casamiento del Gordo. No me lo iba a perder.
23 años pasaron y esta vez, en Tel Aviv, fui con Dylan, mi hijo mayor, que, además, toca la guitarra.
23 años pasaron y hasta yo toco la guitarra ahora.
23 años pasaron y estamos igualitos.
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